¿Qué razón es la que está en el origen de decidirse por el ejercicio de la Psicología Clínica? ¿Cuándo
comenzó a barruntarse esta posible y comprometida vocación profesional? ¿Qué experimenta el
psicólogo clínico en el encuentro terapéutico con cada paciente? ¿Está persuadido de que esta
actividad precisa de un constante estudio y de una formación que no termina nunca?
En esta publicación los autores tratan de contestar, desde su experiencia personal, a las preguntas
anteriores, persuadidos como están de la conveniencia de robustecer y vigorizar la vocación y
formación del psicólogo clínico, en el imprescindible servicio que realiza al hombre doliente de hoy y
a la sociedad entera.