El suyo era un teatro sin problemas ni crítica; el mundo está bien hecho, para los Quintero. Son anécdotas sentimentales, simple pretexto para que los autores exhiban su gracia o su gracejo.
Los Quintero renovaron esta tradición: fijándola especialmente en el regionalismo andaluz, tan rico o más en tipos propios, y ofreciendo a su vez una extensa gama de matices. Unas veces, y aquí es donde el enlace al que antes nos referíamos se percibe más claramente, cultivaron el teatro corto, el sainete. Otras, alargan el cuadro a la comedia costumbrista, teñida en gran parte de sentimentalidad. O bien, se acercan al nivel del drama más profundo.