Quizá los secretos que un hombre no ha contado en vida pueda desvelarlos su cuerpo muerto: «Algo del alma furtiva queda en un cadáver reciente».
La doctora Violeta Cruz, anatomista de profesión y compositora de boleros, reconstruye la vida de un hombre mientras disecciona su cadáver. Se trata de Nathan Leopold, niño prodigio y embalsamador de pájaros, autor del «crimen del siglo» según las crónicas de entonces, que pasó treinta años en prisión y fue exiliado a Puerto Rico. Allí conocerá a otros personajes igualmente insólitos: Sammy Davis junior, el cantante de sonrisa doliente, o la bella leprosa Carmen; y robará la momia de un sabio egipcio con la que mantendrá una turbadora relación.
La novela entremezcla vivos y muertos, sus deseos realizados o frustrados, la razón y el sinsentido. Como en un sueño, la narradora recoge las vidas rotas de estas criaturas marginales en un lugar indefinible. Y su sueño se hace revelación. Soñar es conocer.