Si, por cualquier causa, no se realizan estos movimientos, no habrá suficientes conexiones neuronales, ocasionando problemas de aprendizaje de todo tipo, que se reflejan en el comportamiento y en las habilidades motoras gruesas o finas, así como en la visión, el oádo o la articulación de palabras y el lenguaje del niño.
Desde el nacimiento el bebé se está programando como, por así llamarlo, el disco duro de nuestro cerebro, y con esa información procesará los datos necesarios para el desarrollo óptimo de todas sus capacidades. De esto se deduce la gran importancia de los primeros años de vida. Los niños que no han sido estimulados debidamente en su niñez tendrán más problemas de aprendizaje más adelante ( en el plano emocional, psíquico y físico) que los niños estimulados adecuadamente.
La sociedad de hoy en día (con problemas de tiempo y espacio) obstaculiza muchas veces el crecimiento natural del niño, pues se limita el movimiento (se les coloca en el cochecito, sillitas anatómicas, taca-tacas, muy seguros, eso sá), y se les deja horas medio inmovilizados en vez de dejarlos en el suelo o en una superficie donde pueda moverse libremente.
La reacción del cerebro ante el estrés se manifiesta en el movimiento y en la postura corporal; esto es, cuando estamos estresados nos bloqueamos y nos ponemos rágidos, no estamos flexibles; esto mismo ocurre en nuestro cerebro con nuestras ideas: se bloquean, no podemos concentrarnos, no vienen nuevas ideas y soluciones.
Mediante ejercicios de movimientos rátmicos y de gimnasia cerebral se estimula el cerebelo, el núcleo vestibular (encargado de equilibrio) y los centros del habla, teniendo efectos importantes para la lectura y la escritura, produciendo relajación y equilibrio emocional y obteniendo mejores resultados.