En esta obra, Alfonso Colodrón ofrece una mirada desde un lugar muy especial. Como facilitador, observador y participante del mundo de los hombres, puede danzar con ellos sin excluir ni pisar a las mujeres y ser compasivo consigo mismo y con sus congéneres sin ser condescendiente. En temas tan polémicos como controvertidos, se muestra respetuoso e infatigable invitándonos a reflexionar críticamente y a comprometernos de manera constructiva.
En su lectura podremos sorprendernos tanto por las semejanzas como por las diferencias en las vivencias, opiniones, necesidades y deseos de mujeres y hombres. Muchos de ellos se replantearán aspectos que, sin darse cuenta, les estaban condicionando, no solo en su relación con los demás, sino sobre todo consigo mismos y con su bienestar. A nosotras nos aporta incluso algo más, pues en nuestra vivencia de la desigualdad desde la posición de pérdida e inferioridad, a veces dejamos de ver al hombre como hombre, como humano, como hermano y compañero. Nos quedamos incompletas si en la búsqueda de igualdad perdemos al padre, al amigo, al amado, al amante, incluso al hijo, cuando les disfrazamos de enemigo, los colocamos en el otro bando y, rivalizando, compitiendo, distanciándonos o institucionalizándolos, renunciamos a convivir en armonía con la mitad de la Humanidad.
Este libro sugiere y provoca, incita y evoca, nos ayuda a seguir caminando en pos de respuestas relativas y pactos temporales, pero no por ello menos valiosos y necesarios. En definitiva, su autor nos anima a mujeres y hombres a avanzar juntos con la mirada alta y el corazón en la mano.