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Dios se enoja mucho cuando se entera de que uno se metió en el ataúd antes de tiempo sólo para escapar del sufrimiento inútil. Es tedioso vivir en sociedades con bajos niveles de inspiración, sin presencia del asombro, la gracia y el entusiasmo.
Enrique Mariscal propone en esta obra, la posibilidad de redimirnos del apego egocéntrico, y nos alienta con su profundidad autoirónica a dejar el pesimismo para épocas mejores, nos convoca entonces, a estar atentos para acabar con la infecunda ceremonia de llorar a dúo.