Los menores víctimas de abuso sexual suelen presentar estresores crónicos que de algún modo nos revelan la gravedad de lo ocurrido. Las secuelas de estos eventos, les ocasionan daños tanto en lo físico como en lo emocional, ya sea a corto o largo plazo. Hay estudios que corroboran la correlación existente entre los trastornos alimentarios y estos lamentables sucesos.
A través de este escrito, les presento de forma sencilla un tema complicado, de modo que los profesionales que lo utilicen, puedan entender el sufrimiento de las personas que lo padecen. Recomiendo, que cada uno de nosotros hagamos el compromiso de continuar haciendo buen uso de nuestra labor como profesionales de ayuda y que prosigamos educándonos, con el fin de aportar todos los conocimientos adquiridos en la mejoría de nuestros pacientes.