La vida en la calle de centenares de niños, niñas y adolescentes oculta trayectorias biográficas tan disámiles como complejas. Resulta difícil apresarlas en categorías rágidas, en lógicas que intenten definir tipologías para diseñar acciones consecuentes. La dificultad reside en la riqueza de situaciones que aluden a la vida misma… También en asumir una mirada distinta que pretenda abarcar dimensiones o representaciones no encaradas hasta el momento.
Como señala Gabriel Kessler en el Prólogo de este libro: «No es difícil entender por qué ninguna otra temática es capaz de condensar todas las angustias y ambigedades que la presencia de la marginalidad en el espacio público provoca en una sociedad; en una dirección, vergenza social por el desamparo infantil y legátima preocupación por su suerte y en la otra, las inquietudes y fantasmas de que su situación los convierta en una futura amenaza para el orden social.»
El trabajo de investigación que aquí se presenta parte de la inquietud intelectual y la mirada sociológica sobre el tema que tienen Julieta Pojomovsky y su equipo -Natalia Cillis y Florencia Gentile- quienes poseen una importante experiencia en la gestión institucional y una preocupación política por la niñez en la calle como problema social. Con esta doble mirada realizan una investigación de amplio alcance a lo largo de una década, estudiando una población de más de 1.600 niños, niñas y adolescentes que de distintas maneras ocupan el espacio callejero. Es por ello que el libro aporta nuevos conocimientos que interpelan tanto al campo de estudios como a las políticas dirigidas al sector.
Una serie de variados interrogantes rodean las temáticas analizadas en el Tomo II: ¿Los chicos y chicas que encontramos en la calle asistieron alguna vez a la escuela? ¿es posible estudiar desde el ámbito callejero? ¿trabajo y escuela son inevitablemente antagónicos? ¿por qué «estar» y a veces «permanecer» en la calle los convierte en «menores», los «marca» y les delinea un recorrido del que les será muy difícil escapar? ¿podemos considerar que el embarazo de las adolecentes constituye por sá mismo una situación de riesgo? ¿qué connotaciones traen aparejados estos embarazos para ellas? ¿es verdad que la mayoría de los chicos y chicas que están en la calle son adictos a las drogas? ¿en qué difiere ser niña o niño y «estar» en la calle?
Desde esta perspectiva Cruzar la calle es un ejemplo de aquellos raros trabajos en los que comprender es fundamental para transformar, donde la interpelación a las políticas se hace desde el conocimiento cabal de las mismas y que pudiendo traspasar la victimización, restituye sujetos, mostrando las miserias y leves encantos de la experiencia de la calle.