El divorcio es una de las situaciones más exigentes en la vida del ser humano, tanto, que su ocurrencia puede significar notables alteraciones en la salud mental y el comportamiento cotidiano de quienes eligen separarse; si el matrimonio señala la voluntad de ambos contrayentes, la separación y el divorcio pueden ser plenamente unilaterales.
Estas separaciones constituyen una de las situaciones más exigentes, que requieren poderosas estructuras de afrontamiento en un ciclo personal porque, a fin de cuentas, es la ruptura de un proyecto de pareja, lo cual implica fragmentos y reconstrucciones no siempre previstas, ni incluidas en los catálogos de posibilidades vitales, pese a que es un fenómeno en ascenso.
Ahora bien, entendemos que la separación y el divorcio son procesos adultos, de personas más o menos constituidas, capaces de afrontar las pérdidas y adversidades de la vida. Sin embargo, el panorama es distinto para las familias y en especial para los niños.