Es un soliloquio que transfiere sentimientos encontrados del ser humano. El amor, la soledad, el desapego. La constante de querer pertenecer al otro. Quien en algún momento nos hiere, por eso mismo. Por “ser el otro” y no puede entender las expectativas sin un hecho adivinatorio. Ante esto, la cotidianidad, con la cual nos perdemos en laceraciones irreparables, pero que la poesía puede trascender al conflicto y envolver en un llanto las tragedias universales que la palabra permite.
Abrigo, es un lamento; pero también una lección de vida en reflexión. Es el estrujamiento de lo que va pasando sin encontrar respuestas ni salidas; es el torbellino que aturde y sabe, que el final no es en espiral; sino un sin retorno desbordado “Junto a virutas de armario en desalojo”.